Soy esclava del silencio absoluto, de las cenizas que todo
lo envuelven. Cuanto más tiempo tienes,
más te adentras en el reconfortante universo del olvido.
Los labios sellados del silencio, no muerden pero tampoco
acarician. Un sórdido ataúd de recuerdos encierra para siempre el ruido
infernal del pasado, ahora sólo estamos mi paz y yo.
Es la banda sonora que necesitaba mi vida, quien imaginaría
que la soledad podía tocar para mí alegres canciones. En la oscuridad o en la claridad,
él me guía por sendos caminos, donde no existen creencias ni supersticiones,
sólo su ley.
Busqué en muchos ojos, muchas miradas, en demasiadas
palabras un poco de fe, la paz se me escapaba entre los dedos como una brisa
nerviosa, hasta que atrapé el silencio y lo hice mío.
Y ahora, es mi piel la que busca el frío de sus manos, son
mis ojos, los que avistan lugares donde encontrarlo, es mi mente aturdida la
que lo piensa hasta tenerlo, es mi corazón cansado el que le pide que vuelva.
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me mola
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